martes, 26 de enero de 2010

(11ava parte) La Liga de Maracuchos (y un colombiano) Extraordinarios

El Secuestro de Joe



XI - Viaje adentro



(Para los lectores quienes no lo saben, pueden dejar Ctrl presionado y mover la rueda del mouse hacia arriba, para así hacer zoom y que la letra del face no ultraje vuestros preciados ojos)

Soundtrack


Ahora el Naglfar se disponía a atravesar la frontera entre el mundo conocido, y el mundo de Rupunia. ‘¡Avanti!’ decía Mau-sin-quija’a, con su sonrisa taciturna y satisfecha. La tripulación se preparó, asiéndose de sus puestos mientras su navío navegaba los aires, por encima de las aguas azules, dirigido hacia la abertura en el muro que había quedado en lugar del coloso derrotado por Max. El paisaje de Rupunia que veían a través de la brecha era el mismo que dejaban atrás: más costa de arena clara, y agua azul, transparente y cristalina. Javier, siempre de pie en proa para guiar el camino, divisó un objeto que flotaba del otro lado del muro, como una mancha allá en la distancia. Javier encogió los ojos, tratando de divisar lo que era. El Naglfar mantuvo su curso, y a medida que se acercaba al muro, los tripulantes se percataron de que aquella mancha se hacía cada vez más grande.

-“Muchachos, ¿la vieron?” Preguntó a Jesús.

-“Sí,” dijo Natalia. “Viene hacia Nosotros. Javi, ¿qué ves?”

Javier estaba concentrado en divisar la forma de aquél punto en la distancia cuando Natalia le hizo la pregunta. Él, concentrado en su visión extraordinaria, viró sobre su hombro como acto reflejo para responder al llamado de Natalia. Ella miró dentro de los ojos de Javier aún con su visión extraordinaria activada, y sintió como toda esa energía que él tenía en enfocarse en la distancia, la había recibido ella de golpe. Él se dio cuenta, e inmediatamente dio un respingo y volvió su mirada hacia delante.

-“N-No estoy seguro.” Respondió Javier, mintiendo. Porque él ya había divisado lo que aquél punto era, pero no quería creérselo. “Hay que acercarnos más.”

Tras decir esto, siguió un silencio ominoso poblado sólo por el vibrar del Naglfar y el sonido de los remos que mágicamente se impulsaban con el aire.

-“¡Es otro barco!” Gritó Max desde el puesto de vigía, con su mano sobre las cejas para taparse el sol y guindando del nido de águila para ver con más claridad.

-“Sí, es otro barco.” Respondió Javier automáticamente sin mirar hacia atrás, todavía dándole la espalda a la tripulación.

-“¿Puestos de batalla, Doctorísimo?” Le preguntó Mau a Juan Diego. Éste negó con un ligero movimiento de la cabeza.

-“Tranquilo. Sólo mantén curso y velocidad.” Le respondió Juan Diego, con tono neutro. Mau observó a Juan Diego, de pie contra la baranda del castillo de popa, quieto como siempre. Su rostro era ilegible, pero entonces Mau notó como las manos de él se aferraron fuertemente de la baranda, cual si esperase un impacto. Mau pensó que nunca había visto a Juan Diego preocupado, ni siquiera ahora que acababan de enfrentar a una montaña con vida. ‘Eso no puede ser bueno’ pensó Mau, pero se lo quedó para sí mismo.

El resto de la tripulación se selló los labios en un silencio que parecía pesar en la atmósfera. Vanessa se le acercó a Jesús por detrás y le tomó la mano, asiéndose de él con fuerza. Eduardo se tomó su cabellera y se la amarró en una cola. Carlos Javier se estaba comiendo un camarón, con concha y todo, que había caído en el barco con el salpicar del agua que había dejado el coloso cuando cayó sobre la costa. Natalia, por su parte, miraba a Javier casi con la misma intensidad con la que él miraba hacia el frente. Ella sabía que Javier no estaba diciendo algo, porque si Max era capaz de divisar la forma del barco, entonces Javier ya había divisado mucho más.

Marly miraba a Carlos horrorizada mientras masticaba al camarón, cuyas patitas se veían saliendo de la boca de Carlos.

Alejandro había estado observando la expresión de Natalia desde hacía un rato, consciente de que algo andaba mal. Él se le acercó en silencio.

-“Nati, ¿qué pasa?” le preguntó en voz baja. Nati balbuceó algo que Alejandro no comprendió, y seguía perdida mirando a Javier con sospecha.

Mau se desvió un par de grados a estribor para esquivar al barco, pero éste todavía parecía dirigido directo hacia ellos. Entonces Mau se desvió un par de grados a babor, y el barco todavía parecía dirigido exactamente en curso de colisión, sin aparentemente haberse redirigido, como aquellos retratos cuyos ojos siempre sientes que te están mirando.

-“Hmm… that’s funny,” dijo Mau para sí mismo.

-“¡Nos quieren embestir!” Dijo Vane finalmente, como soltando un desespero que llevaba dentro. Jesús también se veía inquieto, e intercambió miradas con Alejandro, pero ambos se mantuvieron en silencio.

-“Cálmate, baby,” le dijo Eduardo, en parte tratando de calmarse a sí mismo también. “Hey, Sexy…” Dijo él refiriéndose a Juan Diego. “Any ideas?”

-“Firme, Mau.” Le dijo Juan.

Carlos miraba una pata del camarón que tenía en su mano, pensando ‘¿Será que los camarones se comerán con todo y concha?’

Alejandro pensó “bueno, si hay algo que Nati y Javi no se están diciendo, yo se lo saco porque sí.” Entonces fue y se acercó a proa, parándose al lado de Javier. Con un naturalidad que era demasiado natural dadas las circunstancias, Alejandro se decidió a sacarle a Javier lo que llevaba por dentro.

-“Que fue, colombiano, ¿cómo estai?” Le preguntó Alejandro.

-“Bien, ¿y tú, Alejandro?” Respondió Javier automáticamente, sin inmutarse en lo más mínimo.

-“Bien, loco… mirá… vos sabei que desde que Max vio que esa vaina era un barco, vos mínimo ya le habías visto la placa y el serial del motor.” Le dijo Alejandro, ambos mirando hacia delante, fingiendo que tenían una conversación casual. Javier guardó silencio. “Así que contáme,” le preguntó Alejandro. “¿Quién coño de la madre está manejando esa verga?”

Javier, todavía inmutable, le respondió:
-“Nosotros.”

-“Véis marico, es tan sencillo hablar desde el… ¿¡Qué?!” Dijo Alejandro, después de hablar asimilado la información. ‘¡El que que!’ se le escuchó a Max Gritar desde arriba. Al escuchar el grito Alejandro, todos los miraban a él y a Javier, expectantes.

-“Javi, ¿qué pasa?” Le preguntó Natalia, angustiada.

-“Es que es extraño…” Dijo Javier, como si pensara en voz alta.

-“Tranquilo colombiano que yo te creo,” le dijo a Javier. “Yo lo digo.” Entonces Alejandro se dirigió a toda la tripulación.

-“Bueno, señoras y muchachas, resulta que el barco de enfrente somos nosotros. Y sí, nos estamos embistiendo.” Todos entre la tripulación se miraron entre ellos, consternados.

-“Marico, ¿los camarones se comen con concha?” Preguntó Carlos Javier, rompiendo el silencio después de un tiempo y mostrando la pata del camarón que sostenía en la mano. ‘No, they don’t, you big stupid… thing,’ le respondió la voz en su barriga.

-“Con razón,” Dijo Mau. “Por cuantas veces lo he intentado esquivar, sigue dirigido hacia nosotros, y es automático.”

-“Es un espejo entonces.” Dijo Vanessa.

-“O pueden ser como unos dark extraordinarios, o sea, una versión oscura de nosotros, pienso. ¿No?” Dijo Marly.

-“Puede ser un mimic.” Dijo Natalia.

-“¡Beetlejuice, bettlejuice, beetlejuice!” Gritó Max.

-“¡Bueno, no sé, pero si son de verdad y nos abordan, a mí me dejan al Juan del otro barco!”

-“¡Alejandro, éste no es momento para tu testosterona, coño!” Dijo Vanessa.

-“Sean de verdad o no, ya los vamos a chocar.” Dijo Javier.

-“¡Je je jeeee, son camarones!” Dijo Carlos, mirando la pata de camarón en su mano.

-“¡Carlos Javier, vergación!” Gritó Natalia.

-“¡L---o, L---o, L---o!”* Gritó Max.
*Chiste interno censurado por el INDECU. (O tal vez porque si lo digo tres veces, aparece)

-“¡Déjense de niñerías, Mau deténte!” Gritó Vanessa.

-“¿Qué ‘detente’ del coño, mija? ¡Coñazos!” Gritó Alejandro. “¡Come on!” Gritó, con una segueta en la mano.

-“¿¡Qué hacemos!?” Gritó Marly.

-“¡Coñazos!” Gritó Alejandro.

-“¡No, Mau! ¡Detente!” Gritó Vanessa.

-“RRROOAAAAAR” Gritó Alejandro.

-“¡CAMARONEEEEEES!” Gritó Carlos Javier.

Entonces, Jesús los interrumpió gritando con todas sus fuerzas: “¡Silencio!”

Todos callaron, con la única excepción siendo la vocecita en la barriga de Carlos que automáticamente respondió ‘I kill you?’, pero nadie le prestó mucha atención.

Rodeado de las miradas de toda la tripulación y en silencio absoluto, Jesús dio dos pasos hacia el castillo de popa, y alzó la cabeza para mirar a Juan Diego a los ojos.

-“Juan Diego, ¿qué hacemos?” Le preguntó. Juan Diego se mostró inmutable, aferrándose con fuerza a la baranda del castillo.

-“Pa ‘lante,” dijo Juan Diego tranquilamente, mientras lo miraba fijamente a los ojos con expresión de ‘tú sabes cómo es todo’.

Entonces esta afirmación pareció darle nueva resolución a Jesús, quien, decidido, tomó la mano de Vanessa y se acercó al centro de cubierta.

-“Pa ‘lante entonces,” Dijo Jesús. Para él, la decisión del líder tenía que ser la decisión del grupo. Todos mueren juntos, y todos salen vivos juntos, pero todos se comprometen, nadie duda, y todos dan el cien por ciento. De esa forma, en la incertidumbre total, sólo sabes una cosa: que puedes confiar plenamente en el extraordinario que tienes a tu lado. Así es ‘como es todo’.

Todos los demás se prepararon también, avispados e impacientes, para cuanto se imaginaban venía a continuación, a una historia distinta por cabeza. El barco contrario ya estaba cerca, y algunos extraordinarios lograron divisar sus propias contrapartes, sus otros ‘yo’, en aquél navío. Estaba tan cerca, de hecho, que ambos estaban prontos a una distancia donde no podrían evitar la colisión. Mau miró con preocupación a Juan diego, a quien parecía no importarle. En ese momento cuando la poca distancia hizo inminente la colisión, Javier se dio cuenta de que era, en efecto, un reflejo exacto del navío que ellos manejaban. Era todo un reflejo. Y al tocarse los dos barcos, el Naglfar contra su reflejo, desde el punto de los dos mascarones de proa esculpidos con forma de cabeza de águila, se quebró toda una superficie entre los dos navíos, como un campo de fuerza o un espejo gigante, como si ellos entraran en una superficie de agua que estaba colocada verticalmente, agua que se quebraba más densa, como se quiebra el vidrio. Sí, era el confín de la realidad quebrándose como agua hecha de vidrio, desde la cabeza de águila que la había penetrado. Todos los extraordinarios fueron sacudidos por el impacto, con la excepción de Javier, quien presenciaba en primera fila cómo atravesaban hacia la otra dimensión, rompiendo por la fuerza aquella superficie por la cual entraban pero al mismo tiempo parecía tragárselos en un vacío que convergía hacia la negrura. Él, sin mover un dedo, vio el reflejo de la nave, del paisaje y de él mismo acercándose lentamente hacia él, progresivamente dirigiéndose a tragárselo. Se miró a sí mismo a los ojos. Con los lentes puestos, los ojos caídos con un dejo de tristeza en su forma natural, y el cabello batiéndose al aire, podía ver en su reflejo las imperfecciones en la piel, el sudor en el rostro, y vio como la punta de su nariz tocó la punta de su propia nariz proyectada. ‘Demonios, esto va a estar tan mal,’ pensó. Y lo mismo pensaron todos los otros extraordinarios, que se dirigían a enfrentarse el único mal para el cual sabían por seguro que no estaban listos: a sí mismos.

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Este capítulo fue un trabajo conjunto. Coautores: Jesús Rangel y Alejandro Ortega
Si les gusta, ya saben a quien agradecer :)

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