martes, 26 de enero de 2010

(10ma parte) La Liga de Maracuchos (y un colombiano) Extraordinarios

El Secuestro de Joe



X - Mad Max



-“¡El Muro de Rupunia!” dijo Marly, sin poder subirse la quijada al terminar de hablar.

-“Es hermosísimo, de verdad que sí.” Dijo Javier

-“Impresionante arquitectura.” Dijo Mau

-“Agh, provoca tirarse al agua, está tan azul. Que ladilla tener que ser héroe.” Suspiró Naty.

-“¡Soy una exagerada!” Dijo Vane, limpiándose las lágrimas.

-“Mi alma, Vane, gran verga. Nosotros te queremos igual.” Dijo Alejandro.

-“No, ustedes no me quieren. Ustedes me soportan.”Dijo ella.

-“Vane, ¿Qué hablai?. Que un defecto tape todas tus virtudes sería como tapar el sol con un dedo.” Dijo Marly. Max brincó desde el puesto de vigía y cayó en cubierta, su cuerpo de ninja moldeándose como líquido al pisar la madera del barco, completamente silencioso.

-“¡Ah, ya la entiendo!” Dijo Max. “Ella está como cuando te sale una pepa en la cara del tamaño de un Corn Pops, y tienes que ir a la universidad y tú sientes que la gente no puede evitar ver otra cosa que… bueno, tu pepa.”

-“Síiii.” Dijo Carlos. “Uno siempre cree que la gente está es pendiente de los defectos de uno.”

-“Pero hay gente que sí lo está.” Dijo Vane, esta vez mirando a Jesús, quien se veía contemplativo.

-“... Those Who Mind Don't Matter and Those Who Matter Don't Mind.*” Jesús respondió sin dejar de mirar a la pared.
*(Ésta traducción es un poco difícil pero significa algo como “a quienes les interesa no importan y a quienes importan no les interesa”)

-“Pero igual se ponen a burlarse a tus espaldas.” Respondió Vanessa.

-“Mamaguevos, todos.” Dijo Jesús.

-“I heard that!” Dijo la voz en la barriga de Carlos.

-“Yo Sé que lo escuchaste, perra.” Dijo Jesús.

-“Skiny ass dwarven motherfucker.” Respondió la voz. Jesús miró a la barriga de Carlos con expresión de estar planeando algo.

-“I wuv you!” Le dijo la voz con tono sonriente. Eduardo Valbuena irrumpió en la conversación.

-“Babies, o sea, tienen en frente a la muralla china Supersized, ¿y están hablando de pepas en la cara?” Dijo Eduardo. La tripulación quedó boquiabierta. ‘¡Eduardo!’, ‘¡Baby!’ y ‘¿Dónde coño estabas tú metido, pues?’ Le dijeron.

-“Durmiendo de lo más rico en el camarote del capitán.” Respondió él, estirándose y pasándose las manos por el cabello. “No se siente pero ni un poquito así de turbulencia. Ve que ni sé dónde estamos.”

-“Frente al muro de Rupunia,” dijo Mau. “El cual conseguimos a través de un desliz interdimensional que había dentro del huracán que se manifiesta en el triángulo del drágon. El triángulo del dragón es una formación magnética parecida al triángulo de las bermudas, sólo que éste se encuentra en el Mar del Diablo, cerca de Japón.”

-“El muro que estamos a punto de romper,” dijo Juan Diego. “¡Max!”

-“Hai,” dijo Max, llevándose las manos a la sien con un saludo marinero. Alejandro irrumpió

-“Ya va, ya va, ya va. Un segundo. Que quiero probar algo,” dijo Alejandro. “Marly, gritále a la puñetera pared esa, a ver qué tal.” Marly se mostró un poco tímida y, sin querer iniciar una lucha de poderes, miró a Juan Diego pidiendo aprobación. Juan se encogió de hombros y torció la boca en un gesto de -seguro, si tú quieres.- Luego ella miró a Max.

-“Max, ¿me sostienes?” Le preguntó. ‘Hai’ dijo Max. Los cachetes de Marly enrojecieron profundamente.

-“Está bien, intentaré gritarle.” Dijo ella con voz chiquita, sin mirar a nadie a los ojos. Ella no sólo era tímida, sino que le tenía un profundo miedo a su propio poder.

Marly se adelantó a proa, se paró flexionando levemente las rodillas y con el cuerpo hacia delante, para soportar el impacto de la onda de choque del grito. Max la abrazó por detrás, y enterró los pies en el suelo, con una pierna flexionada y otra estirada, en la posición de alguien que está empujando algo muy pesado y grande. El resto de los muchachos, a excepción de Javi, se cubrieron y se taparon los oídos con lo que pudieron conseguir a bordo. Marly comenzó a inhalar con calma, pero con una fuerza sobrehumana que producía su propia brisa, su pecho y su abdomen inflándose, la arena y el agua de la costa siendo aspiradas en su dirección, levantando ella sus puños poco a poco a medida que acumulaba aire. Y cuando ambos de sus puños estaban cerca de su rostro, sobre sus ojos cerrados, ella abrió sus brazos soltando un grito espeluznante, de una sola nota aguda cuya voz parecía mezclarse con rugidos y sonidos de delfines, y duraba varios segundos y seguía manteniéndose en la misma, perfecta nota, el mismo rugido, el mismo grito de mujer que parecía aterrorizada, pero mezclado con una fuerza salvaje que delataba que, al contrario, era ella quien aterrorizaba, con su furia y poder indomables. Max, con su mejilla pegada a la espalda de Marly, apretaba los ojos y los dientes mientras sus oídos soportaban el grito, y el resto de su cuerpo sostenía a Marly en posición, soportando el empuje de la onda de choque que movía barco, agua, arena y brisa. A medida que se extendía el grito, una fisura apareció en la pared, luego dos, y tres, y la pared comenzó a crujir y a desmembrarse en rocas muy grandes que poco a poco fueron cayendo, dejando un cúmulo el cual, aunque todavía era inmenso, ya dejaba ver un paisaje tras él. El grito de Marly cedió tras unos segundos, y ella abrió sus ojos para ver la sección de la pared que estaba frente a ella hecha escombros.

Alejandro, victorioso, se dio la vuelta, dándole la espalda a la pared, para jactarse ante Juan Diego.

-“¡Ajá! ¡Vamos pues! ¿Cómo era la verga? ¿Marly no estaba lista pa qué? ¿Pa qué? Pero vení, decílo que te quiero escuchar,” Decía Alejandro. Mientras tanto, Marly, todavía exaltada por el grito, sonrojada y con la respiración acelerada, vio cómo la roca superior entre los escombros abría los ojos. ‘¿¡Qué!?’ pensó ella, restregándose los suyos propios. Sí, la roca superior había abierto los ojos, dos redondas luces que apuntaban hacia abajo, como si hubiese sido despertada repentinamente de un sueño y estuviese preguntándose qué había pasado.

-“¡Ale!” Dijo Marly. Los escombros entonces comenzaron a incorporarse, y al hacerlo, Marly se percató de que tenían una apariencia andromorfa, los escombros siendo como un hombre que había caído de rodillas, con la roca superior siendo su cabeza. Alejandro todavía estaba de espaldas al muro, ‘Pa que cojáis pues, coñi--‘ le decía él a Juan, al ser interrumpido por Marly.

-“¡Alejandro Ortega!” Le gritó ella. Cuando Alejandro volteó hacia la pared, los escombros ya se estaban irguiendo completamente en la forma de un coloso de proporciones muy preocupantes para los extraordinarios, con movimientos qe eran costosos y titánicos dado el tamaño de sus partes.

Soundtrack


-“Maldita sea, odio ser el Jar-Jar Binks del party,” dijo Alejandro para sí mismo.

-“Bueno, muchachos, nosotros nos fuimos.” Dijo Juan Diego, parándose en popa de un brinco. “Mau, toma el timón. Max, todo tuyo el caramelito aquél.” Le dijo, haciendo un ademán hacia el coloso.

-“Hai!” respondió Max, haciendo el saludo de marinero con una sonrisa de oreja a oreja.

-“¡A toda máquina, Mau!” Le gritó Juan. “¡Quiero estar a dos brazos de distancia de ese coño!”

Mau arrancó con el barco emitiendo un zumbido vibratorio fuerte y muy grave, moviéndose veloz hacia babor. Max dio un gran brinco sobre el mismo sitio, y al caer, dado que el barco ya se había movido, él cayó sobre el agua de la costa, la cual le llegaba hasta su abdomen. El coloso, por su parte, puso su mano sobre una columna del muro. Emitiendo un rugido que sonaba más como arquitectura crujiendo o el sonido de una máquina inmensa, el coloso arrancó la columna de la tierra y parecía decidido, con sus movimientos que levantaban neblina y exaltaban a los pájaros cerca de su cabeza, a destrozar al Naglfar usando la columna como arma, la cual podía sostener con una sola mano.

-“¡Mardición a leguas de ese coño te quiero, Mau!” Gritaba Juan.

-“¡Hey! ¡Bobo grande! ¡Por aquí!” Le gritaba Max al coloso, chispeando agua cuando agitaba los brazos.

-“¡No le para bolas a Max, viene hacia nosotros!” Decía Natalia. Mau abalanzaba al barco como si fuese un péndulo, tratando de zafarse de la atención del coloso. Pero éste lo seguía con su mirada inerte de luz y piedra, caminando con pasos lentos pero largos en dirección hacia el Naglfar, que carecía de la maniobrabilidad suficiente para zafarse del gigante y que tarde o temprano caería en sus manos. Javier, parado sobre el casco, se puso la palma sobre su frente y encogió los ojos tratando de distinguir
lo que Max hacía en la distancia.

-“Creo que Max se está riendo.” Dijo Javier tranquilamente.

-“¿¡Qué!?” Grito Vanessa.

-“Maldita sea con Max” dijeron algunos miembros de la tripulación. Marly entonces procedió a vociferarle ‘Coño de tu madre, no te rías!’ La voz de Marly hizo eco en el paisaje. Max la escuchó y se puso las manos alrededor de la boca para responderle:

-“¡Es que cuando dije bobo grande el coloso me recordó a L---o!”**

Entonces el coloso se detuvo.

Como si hubiese comprendido lo que Max acababa de decir, el coloso ladeó su cabeza y miró sobre su hombro hacia atrás. Lentamente comenzó a re-alinear sus partes para caminar en dirección a Max. Vanessa, Alejandro, Marly, Natalia y Carlos Javier estaban destornillados de la risa.

-“¡Ahora Mau, rodea al coloso y nos pones detrás de Max!” Le dijo Juan.

-“Agárrense, muchachos,” Dijo Mau.

El Naglfar entonces navegó el aire en una curva repentina, inclinándose hasta que el mástil quedó casi horizontal. Dando un largo y amplio semicírculo, Mau se dirigía a colocarlo a espaldas de Max, desde donde él lo podría defender.

-“Eso es, ven con papá.” Decía Max, alistándose de pie en la arena de la isla, listo para la acción.

El coloso rugió hacia el aire con su rugido que era arquitectura y animal y máquina. Estaba enfurecido contra Max. Los pájaros alrededor de su cabeza lo hacían verse más lejano, titánico e irreal. La arena que levantaba a su paso se acumulaba. Era como si una montaña hubiese cobrado vida y hubiese tomado un garrote para aplastar a Max. La tierra temblaba con sus pasos, sus partes hechas de piedra y talladas en arte ancestral crujían con el despertar de su largo dormir. Los tripulantes del Naglfar miraron hacia abajo, y allá, en la costa, como un pequeño punto ondulante, estaba Max inclinado en posición de lucha, esperándolo, crujiéndose los dedos, con las manos inquietas y las piernas tensas, hambriento de acción.

El coloso batió la columna al aire y la arremetió contra Max, pero falló. Max se montó sobre la columna, y saltó para montarse en la cabeza del coloso.

Podría describírselos, pero mejor vean los 0:15 a 0:30 de
ESTO


Max, agarrado de la cabeza del coloso con una mano, la otra mano extendida hacia el cielo, en posición de Karate, gritó ‘AAAAAAHHHHHHHH’ y le estalló un golpe en medio de la cabeza que hizo a la tierra temblar. El coloso emitió un quejido grave como el de una vaca, las luces de sus ojos viraron levemente hacia arriba antes de apagarse, y el cuerpo de piedra comenzó a desmayarse poco a poco, como debajo del agua. Habiendo encontrado un nuevo nivel en la capacidad de sus poderes, Max dio un brinco hacia atrás que lo llevó toda la distancia desde la cabeza del coloso hasta el barco, sintiendo en el camino la brisa batiendo su ropa, los sonidos del coloso caer allá en la lejanía, y la libertad de estar en el aire.

Cuando aterrizó en el barco, su cuerpo nuevamente cedió como líquido, y el sonido de su caída fue uno muy escaso. Los muchachos lo miraban con asombro.

-“Attention Whore” Le dijo la voz en la barriga de Carlos.

-“Muy bien, muchachos, creo que ya podemos entrar al mundo de Rupunia.” Dijo Carlos

-“Vergación, por fin.” Dijo Nati.

-“Verga, por fin diré yo.” Dijo Jesús, sobándose los dedos.

-“¿qué?” Preguntaron los muchachos.

-“Nada.” Respondió Jesús.

-“Bueno, sin nada más que decir.” Dijo Mau. “Avanti!”

...


**Chiste interno censurado por el INDECU

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